¡Un Siglo ha pasado…!
29/06/2024 | Por Acción Familia![](https://www.accionfamilia.org/wp-content/uploads/2024/06/INT001-150x100.jpg)
¿Cómo los chilenos veían la Presidencia de la República ayer y cómo la ven hoy?
¿Cómo los chilenos veían la Presidencia de la República ayer y cómo la ven hoy?
Presentamos dos personajes, en los extremos más agudos de nuestra realidad social del Chile de ayer, para analizar y comparar fisonomías de realizaciones humanas..
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Tras dedicar la mayor y mejor parte de su vida a defender ejemplarmente los valores perennes de la Civilización Cristiana, enfrentó la muerte con la serenidad y el espíritu sobrenatural que le dictaba su Fe, soportando con ánimo fuerte y valentía innumerables sufrimientos.
Lo más interesante de estos retratos, es ayudarnos a comparar y reflexionar sobre el Chile del ayer, y poder evaluar si progresamos o decaímos. En qué progresamos, y en qué decaímos. Y en definitiva juzgar si lo que ganamos valió lo que perdimos…
¿Cómo no quedar encantado ante esa delicadeza, feminidad, dignidad y elegancia? Sí, todo esto teníamos, ¿y hoy en día qué nos queda? Viendo a una señora tan elegante no se puede dejar de pensar en la figura de un cisne.
Este Puente altanero, de algún modo sintetizaba y simbolizaba una parte, y no pequeña, del «alma de la Ciudad» y de su Historia. Y fueron los hombres modernos, ávidos de vulgaridad, que sintiéndose interpelados por su belleza y señorío, decidieron un día buscar pretextos para destruirlo.
Me refiero a la mujer de la fotografía: decidida, digna, modesta y graciosa en todo su porte. El paraguas contribuye mucho para darle una nota de fantasía y elegancia a toda su persona.
Eran los tiempos en que las personas paseaban con calma; conversaban con amenidad; se saludaban sin prisa, incluso tenían distancia psíquica para sentarse unos minutos en un banco y poder estar tranquilos, a solas consigo mismos.
Las falsas delicias de la mediocridad
Contrariamente a lo que muchos piensan, la mediocridad no sacia al hombre.
«La mediocridad es el mal de los que, enteramente absorbidos en las delicias de la pereza y por la exclusiva delectación de lo que está al alcance de la mano, por el entero confinamiento en lo inmediato, hacen del estancamiento la condición normal de sus existencias.
Trabajo rudo, pero sereno y equilibrado, la placidez de los bueyes, la atmósfera de sosiego que domina la escena, y una nota de silencio encantador, que nuestras ciudades modernas ya no conocen