Hubo un tiempo en que Chile soñó… esas miradas lo demuestran.

Abundaban los bellos ejemplos como los de las instantáneas que les presentamos hoy en una galería de fotos del ayer.
¡Cómo Chile era un País de gente seria y educada! Observen esas miradas y se darán cuenta, de que hubo un tiempo en que por las fisonomías de las personas se podía esperar algo grande para Chile. Infelizmente lo echamos a perder. Pero siempre es tiempo de volver atrás.
Aunque parezca increíble la gente se cansó de lo bello, pasaron de lo bello a lo gustoso y cómodo, y por fin a lo horrendo. Ese y no otro es el itinerario, cuando se sobrevalora la materia y se negligencia el espíritu.
El mal llamado «progreso» nos reventó la cultura y la civilización. Nos cansamos del buen gusto y lo cambiamos por lo de hoy. Sin darnos apenas cuenta perdimos uno de los tesoros más preciados que ya no es un edificio u otro, sino que es uno de los derechos más sagrados: el de vivir en un ambiente, sereno, noble, digno, elegante, sensato, ordenado, que haga la vida verdaderamente digna de ser vivida.
Se fue cambiando poco a poco la elegancia por la vulgaridad, la admiración por la envidia, la convivencia armoniosa por el resentimiento, el estilo por la chabacanería, la sensatez por la extravagancia, lo bello por lo práctico, etc. Los amargos frutos los recogemos hoy.
Bueno, quizá lo más interesante de estos retratos, es ayudarnos a comparar y reflexionar sobre el Chile del ayer, y poder evaluar si progresamos o decaímos. En qué progresamos, y en qué decaímos. Y en definitiva juzgar si lo que ganamos valió lo que perdimos…
Observando, uno constata que esas personas ya se fueron, y piensa si las opciones que hicieron en la vida, el buen gusto que tenían y las nobles aspiraciones que pudieron albergar, justificaron su vida. Mañana nosotros seremos juzgados por eso también.
Y no olvidemos, que siempre podemos volver atrás. Pero, así como el Hijo Pródigo del Evangelio, antes debemos reconocer el mal en que caímos y arrepentirnos. El resto lo hará el Hijo de Dios, cuyas delicias son “levantar al pobre desde el polvo” …
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¡Muy bien observado! Detenerse en estas fotografias es como respirar el aire puro de la Sierra. Elevan es espíritu.