La ideología tribalista, enquistada en los medios católicos desde hace décadas, se manifiesta ampliamente en el Documento de Trabajo (Instrumentum Laboris) del Sínodo de la Amazonía.
En el apéndice de Revolución y Contra-Revolución agregado en 1977, Plinio Corrêa de Oliveira denunció la existencia de corrientes “tribalistas” en el interior de la Iglesia Católica. Esa denuncia fue analizada con profundidad en el libro que ofrecemos.
Una transformación de la Iglesia
Estas “tienen en vista transformar la noble y ósea rigidez de la estructura eclesiástica, tal como Nuestro Señor Jesucristo la instituyó y veinte siglos de vida religiosa la modelaron magníficamente, en un tejido cartilaginoso, muelle y amorfo, de diócesis y parroquias sin circunscripciones territoriales definidas; de grupos religiosos en los que la firme autoridad canónica va siendo substituida gradualmente por el ascendiente de los «profetas» más o menos pentecostalistas, congéneres… de los hechiceros del estructuro–tribalismo, con cuyas figuras acabarán por confundirse” .
Perspectivas del Sínodo de la Amazonia
Ese mismo año, en el libro titulado Tribalismo indígena, ideal comuno-misionero para el Brasil del siglo XXI , el pensador brasileño analizaba 36 documentos publicados por la nueva misiología progresista, denunciando su infiltración en la estructura de la Iglesia.
Subversión del concepto de misión
Subvirtiendo por completo el concepto católico tradicional de las misiones, según el cual el fin de éstas es llevar, junto con la fe, la civilización, la nueva corriente misionera veía en el tribalismo la posibilidad de realizar en la tierra un utópico “reino de Dios”.
Este proceso de “tribalización” aparece como el desenlace natural del desmantelamiento de la Civilización Cristiana, preconizado por la teología progresista. En efecto, como afirma San Pío X, fuera del Cristianismo no hay verdadera civilización posible. Por lo tanto, negar la misión civilizadora de la Iglesia implica inevitablemente retroceder a la convivencia tribal de los salvajes.
“El mayor problema suscitado por esos delirios —escribía el Dr. Plinio— no está en los propios misioneros, ni en los indios, cabe repetir. Está en saber cómo, en la Santa Iglesia Católica, puede infiltrarse impunemente esa filosofía, intoxicando seminarios, deformando misioneros, desnaturalizando misiones. Y todo con tan fuerte apoyo eclesiástico de retaguardia” .