Los deliciosos sueños de los optimistas

Cuando los optimistas son numerosos, sean nazis, fascistas, comunistas o de cualquier otra especie, se abre una era de fácil triunfo para los demagogos y para la demagogia.

Los optimistas atribuyen las intenciones más generosas y desinteresadas a los que les “cayeron bien

El optimista normalmente desarrolla sus pensamientos, así: una impresión personal, una viva simpatía que experimente con respecto a terceros, le servirán como una razón suficiente para confiar en ellos. Y, sobre la base de esta confianza, concebir deliciosos sueños.

Una simple fotografía de periódico o de revista, o el superficial análisis fisonómico realizado cuando la cara de una persona aparece en el video de un televisor puede arrastrar a los optimistas ‒individuos, grupos o multitudes‒ a los actos de confianza más temerarios.

El conocimiento y análisis de la biografía de la persona en foco, sus escritos, sus obras: todo esto importa poco. Basta ver su foto y escuchar su voz para juzgar…

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Una vez más, éste es el punto débil de los optimistas. Sin conocer nada de los antecedentes de las personas, tienen facilidad para atribuir las intenciones más generosas y desinteresadas a los que les “cayeron bien”.

Fue así que muchedumbres enteras se entusiasmaron en los años 30, en Alemania y fuera de ella, por un pintor de paredes que habían “visto” y “oído” y que inmediatamente les “cayó bien”.

Cuando tales optimistas son numerosos, sean nazis, fascistas, comunistas o de cualquier otra especie, se abre una era de fácil triunfo para los demagogos y para la demagogia.

Plinio Corrêa de Oliveira

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16/08/2024 | Por | Categoría: Decadencia Occidente
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