La ciencia dice que el aburrimiento puede hacernos bien

Hoy en día, todos buscan estimulación inmediata y constante. Cada nanosegundo debe ser llenado, cada silencio roto, cada reflexión interrumpida. Cuando no sucede nada, el iPhone se encarga de llenar el tiempo con su versión alternativa de la nada. La regla es hacer todo lo posible para evitar el aburrimiento. Hay que estar haciendo algo todo el tiempo… o no hacer nada.

La inactividad y el silencio juegan un papel crucial en la vida. (*)

Dentro de una agenda apresurada, las personas experimentan la paradójica sensación de no tener tiempo para hacer nada y, al mismo tiempo, de no hacer nada con su tiempo. El resultado es frustración, estrés o depresión.

El lado positivo del aburrimiento

Esta constante carrera por llenar el tiempo es perjudicial. Algunos científicos afirman hoy que la inactividad y el silencio juegan un papel crucial en la vida. De hecho, el aburrimiento puede tener una influencia positiva en el desarrollo de una persona. Aunque inicialmente puede causar aflicción, empuja a las personas a desenvolverse y obliga a la mente a encontrar soluciones diferentes. El sufrimiento del aburrimiento es terapéutico y puede ayudar a los individuos a afrontar la vida.

Una conclusión como esta sobre el aburrimiento no podría ser más contraria a los tiempos que vivimos. La cultura actual favorece la manía de la acción constante y la náusea de la reflexión. Sin embargo, el aburrimiento puede ayudar a las personas a enfrentar mejor la realidad.

El aburrimiento se define como el estado de cansancio e intranquilidad debido a la falta de interés. Se produce cuando los eventos u objetos no atraen al individuo por una serie de razones. El cerebro se desengancha y la persona pierde la concentración y se siente inquieta. Esta sensación general provoca tristeza y desgana.

Cuando las personas experimentan el aburrimiento, el tráfico en las redes neuronales del cerebro disminuye. Los estímulos no son suficientes para mantener la actividad. Así, el aburrimiento activa un mecanismo de defensa para afrontar las situaciones en las que las influencias externas parecen poco estimulantes. Las situaciones aburridas desencadenan alarmas que hacen que el cerebro entre en un modo predeterminado, moviendo la atención de los estímulos externos hacia los pensamientos internos y la autorreflexión. La introspección que resulta impulsa a la mente a buscar formas creativas de enfrentar la crisis, a menudo fuera de los esquemas tradicionales.

De esta manera, el cerebro sabe de forma natural cómo enfrentar el aburrimiento, aunque esto pueda implicar cierto malestar. Los estilos de vida modernos buscan suprimir los períodos de aburrimiento, lo cual solo empeora el aburrimiento y hace necesario un tratamiento.

De hecho, en lugar de mirarse hacia adentro para afrontar el aburrimiento, la mayoría de las personas se dirige hacia el exterior, buscando sobrecarga de información y una estimulación excesiva, adoptando programas rápidos y prolongados que excluyen los necesarios momentos de introspección.

Esta estimulación constante y la sobrecarga de programación pueden ser perjudiciales para el sistema nervioso. Un sistema nervioso sobrecargado no es capaz de procesar toda la información, lo que a su vez provoca un estado de alta tensión. Además, impide el simple restablecimiento del sistema nervioso que se obtiene con la introspección.

El aburrimiento ocasional puede ser un contrapeso vital en un mundo sobreestimulado. La investigadora de salud Michelle Kennedy, en el sitio The Conversation, escribe que

el aburrimiento puede presentar beneficios que los individuos ocupados desestiman y por ello invita a las personas a «abrazar la pausa».

Las personas desarrollan habilidades y capacidades en los espacios entre las actividades. Cita estudios que indican mejoras en la creatividad, en la independencia de pensamiento y en el aumento de la autoestima.

Los períodos de tiempo no estructurado y sin la compañía de dispositivos pueden ayudar a reequilibrar el sistema nervioso, promover el descanso y comenzar una recarga emocional.

El lado cultural del aburrimiento

Sin utilizar este tiempo para reflexionar e interpretar las experiencias, incluso la vida más organizada puede convertirse en una acumulación de eventos insignificantes, entretenimiento pasivo y rutina mecánica. La vida se reduce a sensaciones, simultaneidad e inmediatez. La depresión prospera y la cultura muere.

Una forma de combatir esta destrucción de la cultura es utilizar períodos de tiempo no estructurados. Durante estos períodos, los individuos se ven obligados a dar sentido a lo que está sucediendo y a aplicar un gran esfuerzo. Así, desde la monotonía del aburrimiento surge la iniciativa imaginativa que crea sentidos de asombro y aspiraciones. Este es el fundamento de la cultura, porque invita a las personas a idealizar el mundo y las situaciones que las rodean e imaginar formas de mejorarlas.

De estos intervalos desestructurados e incluso áridos nacen los placeres espirituales proporcionales y no aburridos, como la conversación, el arte y el silencio. La contemplación y la oración invitan aún más a reflexionar sobre Dios y sobre la maravilla de la creación. Dentro de este tiempo libre ponderado, nace y se cultiva una rica cultura.

Entre las distracciones de las pantallas y los dispositivos, no hay tiempo para estas reflexiones. No es de extrañar que haya tanta ansiedad y estrés y tan poca cultura.


por John Horvat II in Tfp.org. https://www.tfp.org/science-says-boredom-can-be-good-for-us/
Traducción a cargo de Acción Familia. © La reproducción está autorizada siempre que se cite la fuente.

Créditos: (*) Imagen de Anemone 123 en Pixabay – (**) Foto de Ludmila Pashkevych en Unsplash

 

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20/08/2025 | Por | Categoría: Decadencia Occidente, Educación, Formación Católica, Tendencias
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