Reforma educacional y Familia (Podcast)

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Como es de conocimiento público, recientemente fue firmado por la Presidenta Bachelet un proyecto de ley de reforma de la educación, que ingresó al Parlamento para su estudio.

Es natural que Ud., como padre o madre de familia o como apoderado de un nieto que esté cursando sus estudios primarios o secundarios, esté interesado en conocer los aspectos principales de la reforma propuesta.

Este programa de Acción Familia se propone ayudar a las familias conversando sobre los problemas que la atañen, analizados siempre desde el punto de vista del derecho natural y del Magisterio católico; por lo tanto, con un carácter estrictamente apolítico y no partidista.

Es natural entonces que conversemos con Ud. sobre algunos puntos controvertidos del referente Proyecto de Reforma educacional.

Comencemos por decir que es a los padres, en primer lugar, que corresponde el derecho de educar a sus hijos; y que, en su calidad de primeros educadores, sus opiniones deben ser oídas a través de los centros de padres y de otras organizaciones que representan el interés de los papás.

En segundo lugar, es importante destacar que la segunda institución que ha manifestado, durante toda la historia de Chile, el mayor empeño y dedicación en la educación de las nuevas generaciones es la Iglesia Católica, en el cumplimiento del mandato de su Divino Fundador: “Id y enseñad a todos los pueblos”.

Así, la primera universidad que se fundó en nuestro país, el 19 de agosto de 1622, fue regida por la orden de Santo Domingo, y se llamó Universidad Santo Tomás de Aquino, que obviamente no tiene relación ninguna con la actual del mismo nombre.

En materia de colegios, también fue la Iglesia la pionera de la educación primaria. El primer colegio fundado en el país fue el Seminario de La Imperial, en 1568, y la primera escuela de gramática se fundó en 1591, también en el convento de Santo Domingo. Posteriormente, en 1596, los Jesuitas abrieron otra escuela de gramática.

Es natural entonces que, a la hora de legislar sobre el tema de la educación, sean tanto los padres de familia cuanto la Iglesia los primeros a ser oídos por las autoridades públicas.

Muchos padres de familia se muestran tranquilos, principalmente por el factor de gratuidad que se pretende dar a la enseñanza escolar; sin embargo, más allá de la gratuidad, existen muchos otros contenidos de la Reforma de la educación que han suscitado reservas.

¿Qué ha dicho la Conferencia Episcopal al respecto?

El pasado mes de mayo, el Departamento de Educación de la Cech publicó un documento bajo el título “La Iglesia y la Reforma educacional” afirmando que el Proyecto en cuestión presenta varios aspectos que son preocupantes. Entre ellos se destaca que “el proceso de selección de alumnos debe garantizar el derecho de los padres a su libre elección”.

En efecto, son los padres quienes seleccionan los colegios, y lo hacen en función del tipo de educación que ellos desean para sus hijos. Ahora bien, impedir que existan colegios con proyectos educativos propios y diversos, ya sean religiosos, lingüísticos, técnicos, deportivos, etc. es impedir la selección. Es impedir que el anhelo de los padres pueda cumplirse.

Por ejemplo, en el sur del País existen varios colegios que tienen una alta exigencia del idioma alemán para sus alumnos. Esto es un incentivo para los padres que quieren que sus hijos salgan dominando la lengua, pero esto también obliga al colegio a seleccionar a sus alumnos. Lo mismo puede valer para otros idiomas o aptitudes técnicas.

Continuando con el documento episcopal, los Obispos manifiestan su preocupación por “La situación de colegios que por años han prestado el valioso servicio público a la educación, algunos tradicionales y emblemáticos, que por estar en los tramos más altos, con motivo del traspaso de financiamiento compartido a gratuidad, corren el riesgo de verse en la obligación de cerrar por insolvencia económica”.

Tal preocupación es muy atendible, tanto para los padres que quieren una educación mejor para sus hijos, cuanto para los colegios que pueden ofrecerla en base a una participación de los gastos que esto conlleva por parte de los interesados.

Si bien la gratuidad es una buena ayuda a los padres que no tienen recursos para solventar una mejor enseñanza para sus hijos, ella, al ser impuesta de modo general y obligatorio, impide a la mayoría de los padres que tienen medios para darles una educación mejor, el poder brindarla a sus hijos. Y de este modo los privan de su derecho primario a la educación.

Es lo que afirma Rodrigo Bosch, Presidente de Colegios Particulares de Chile, CONACEP. “La educación privada es claramente un complemento de la educación municipal. Las actuales tasas de cobertura escolar casi completa no serían posibles sin la existencia de los colegios particulares subvencionados. Éstos, a pesar de no acceder a los mismos recursos públicos que los municipales, han mostrado mejor desempeño, según estudios académicos rigurosos (40% de colegios subvencionados no cobran financiamiento compartido), permitiendo a las familias acceder a una mejor educación.”

Los Obispos parecen coincidir con estas afirmaciones al señalar en su documento que “El proyecto de ley afecta, en sus exigencias y consecuencias, prácticamente sólo a la educación particular subvencionada”.

Pero, donde todas las críticas parecen coincidir, es en el aspecto de la calidad de educación. La gratuidad generalizada, la venta de los colegios al Estado, la transformación de las entidades educativas en fundaciones sin fines de lucro, y otras exigencias de la reforma educacional, no garantizan que de ese modo la educación vaya a ser de mejor calidad.

Es lo que afirma el documento de los Obispos que venimos comentando: “Las propuestas aparecen orientadas fundamentalmente a decisiones de tipo económico, gestión administrativa y modelos de dependencia, más que a la calidad educativa y pedagógica que tanto demanda la sociedad”.

En realidad, la gratuidad compulsiva y la estatización generalizada distan mucho de los ideales de calidad. En primer lugar, el concepto de calidad puede variar según lo que consideran las familias. Para unas puede ser que la calidad debe atender en primer lugar a la formación espiritual y del carácter de sus hijos.

Para otras, puede ser que ellas prefieran que el colegio les proporcione primordialmente conocimientos técnicos o científicos, pues la formación del carácter se la dan ellos mismos.

Para otras, puede ser que lo fundamental sea que el colegio les proporcione destreza en el relacionamiento con las demás personas y que sea un socializador de sus hijos.

Todas estas prioridades de calidad exigirán diversidad de tipos de educación, lo que obliga a la diversidad de proyectos educativos.

El Estado, por más que cuente con los medios obtenidos por drástica reforma tributaria, nunca tendrá la capacidad de adecuarse para atender las mil obligaciones de cada proyecto educativo.

No es en balde que se ha recordado a propósito de esta reforma la aplicación del Transantiago. Hasta hoy, después de 5 años de aplicación, el sistema de transporte masivo es deficiente, el más caro del Continente y además deficitario.

Hacer lo mismo con la educación es mucho más grave, pues las consecuencias serán en perjuicio de una o de varias categorías de chilenos.

Vale la pena pensarlo dos veces.

Muchas gracias por su audición, volvemos a conversar en esta misma emisora a esta misma hora. Y no olvide de seguirnos en www.accionfamilia.org

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18/06/2014 | Por | Categoría: Política y valores
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