A fines de 2009, una flota de la marina de guerra rusa, dotada con ojivas nucleares, realizó largas y vistosas maniobras conjuntas con Venezuela. Ahora Hugo Chávez acaba de firmar en Moscú, con el presidente Medvedev, un tratado para la construcción de una central nuclear en territorio venezolano.
“Quien se excusa, se acusa”, especialmente cuando nadie ha dicho nada en ese sentido.
Si pensamos en las reiteradas amenazas hechas por Chávez a Colombia, llegando incluso a movilizar tropas a la frontera del paÃs vecino; o a los bolivianos, cuando éstos amenazaron con deponer a Evo Morales; o en relación a Honduras, que resistió heroica y victoriosamente la presión de Chávez y sus comparsas para transformar ese paÃs en
Este acuerdo nuclear con Rusia no puede dejar, pues, de causar preocupación, sobre todo teniendo en vista el estrecho alineamiento del gobierno venezolano con el régimen terrorista de Irán, y el de ambos con el brasileño.
Tal escenario fue ciertamente lo que llevó a Philip Crowley, portavoz del Departamento de Estado americano a declarar que Estados Unidos vigilarán “muy de cerca” este acuerdo, esperando que tanto Rusia como Venezuela “asuman las obligaciones internacionales” que el uso de esa tecnologÃa acarrea.
La reacción del gobierno de Chávez no se hizo esperar. El canciller Nicolás Maduro, declaró hablando a la televisión estatal: “Es una declaración insolente. Nuestro paÃs tiene el derecho de desarrollar, como cualquier paÃs del mundo la energÃa nuclear como energÃa alternativa, como energÃa del futuro para uso pacÃfico“.
Que todo paÃs civilizado tiene el derecho a desarrollar tecnologÃa nuclear con fines pacÃficos, nadie lo niega. El problema aparece cuando ella es puesta en las manos de dictadores cuyos actos e intenciones no son del conocimiento de todos.