La Familia es la cuna de las civilizaciones
23/01/2024 | Por Acción FamiliaEn el origen de las grandes civilizaciones siempre nos deparamos con una familia o grupo de familias que han tenido un desarrollo de acuerdo con el orden natural.
En el origen de las grandes civilizaciones siempre nos deparamos con una familia o grupo de familias que han tenido un desarrollo de acuerdo con el orden natural.
Nada puede sustituir estos rayos de amor materno que permiten que el niño se desarrolle sano de cuerpo y alma.
«No se debe dar a los perros el pan destinado a los hijos» (Mc. 7,27) Esta frase de la Sagrada Escritura viene a la mente al considerar la triste inversión que se está dando en nuestra sociedad: menos hijos y más mascotas.
Las “actitudes y comportamientos religiosos y morales de los padres, tienen diez veces más influencia sobre el comportamiento en relación a los valores de los jóvenes que el resto de las agencias de ‘moral’ juntas.” El padre hace más protegiendo a un miembro de la familia que todo el cuerpo de policía de los Estados Unidos puede hacer por el niño en toda su vida pre-adulta”
En el orden personal, la Providencia dispuso una afinidad y una amistad de convivencia, que salvo las excepciones, es mayor que todas las otras: es entre la madre y el hijo. La madre ama a su hijo cuando es bueno. No lo ama sin embargo, sólo por ser bueno. Lo ama incluso cuando es malo.
La educación de la familia consiste muy especialmente en la creación de un ambiente doméstico impregnado de valores cristianos. Desde pequeños recibimos la influencia de las ideas y de las tendencias del ambiente de nuestro hogar. Ellas penetran a fondo en nuestro espíritu, como por osmosis, en el seno de la vida familiar.
¿Cuál es la solución para la crisis contemporánea? Ciertamente es la familia monogámica indisoluble. Ella es la fundación permanente del relacionamiento humano fundamental en aquello que él deriva directamente del orden divino.
La madre ama a su hijo cuando es bueno; no lo ama sin embargo sólo por ser bueno. Lo ama aún cuando es malo. Lo ama simplemente por ser su hijo, carne de su carne y sangre de su sangre. Lo ama generosamente, y hasta sin esperar retribución.
La madre ama a su hijo cuando éste es bueno. Sin embargo, no lo ama sólo por ser bueno. Lo ama también aunque sea malo. Lo ama simplemente por ser su hijo, carne de su carne, sangre de su sangre.
Hacer el bien y ser veraz nos cuesta esfuerzo. Sin embargo, dejarnos atraer por las cosas bonitas es innato. De ahí que la formación de la admiración por aquello que es superior sea tan importante en la niñez.