Cultura y civilización católicas

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Castillo del Valle del Loira, Francia
En este Castillo del Valle del Loira, Francia, admiramos la fuerza combinada con la belleza, lo útil y lo bello.

La cultura y civilización cristianas inspiraron Ambientes y costumbres acogedores para el alma y también para el cuerpo. Las multitudes, heridas por la dureza de nuestra barbarie neo-pagana, van a curar sus almas ante los restos de la Civilización Cristiana que aún permanecen en Europa.

El ideal de la Contra-Revolución es, pues, restaurar y promover la cultura y la civilización católicas.

Esta temática no estaría suficientemente enunciada, si no contuviese una definición de lo que entendemos por “cultura católica” y “civilización católica”. Sabemos que los términos “civilización” y “cultura” son usados en muchos sentidos diversos. Claro está que aquí no pretendemos tomar posición en una cuestión de terminología. Y que nos limitamos a usar esos vocablos como rótulos de precisión relativa para mencionar ciertas realidades, más preocupados en dar la verdadera idea de esas realidades, que en discutir sobre los términos.

Un alma en estado de gracia está en posesión, en grado mayor o menor, de todas las virtudes. Iluminada por la fe, dispone de los elementos para formar la única visión verdadera del universo.

Un interior acogedor
Un interior acogedor, fruto de esa concepción del hombre

El elemento fundamental de la cultura católica es la visión del universo elaborada según la doctrina de la Iglesia.

Esa cultura comprende no sólo la instrucción, es decir, la posesión de los datos informativos necesarios para tal elaboración, sino también un análisis y una coordinación de esos datos conforme a la doctrina católica.

Ella no se ciñe al campo teológico, o filosófico, o científico, sino que abarca todo el saber humano, se refleja en el arte e implica la afirmación de valores que impregnan todos los aspectos de la existencia.

Civilización católica es la estructuración de todas las relaciones humanas, de todas las instituciones humanas y del propio Estado, según la doctrina de la Iglesia.

Carácter sacral de la civilización católica
El vasallo
El vasallaje, un vínculo de protección y servicio existente en toda las escala social.

Está implícito que tal orden de cosas es fundamentalmente sacral, y que comporta el reconocimiento de todos los poderes de la Santa Iglesia y particularmente del Sumo Pontífice: poder directo sobre las cosas espirituales, poder indirecto sobre las cosas temporales, en cuanto se refieren a la salvación de las almas.

Realmente, el fin de la sociedad y del Estado es la vida virtuosa en común.

Ahora bien, las virtudes que el hombre está llamado a practicar son las virtudes cristianas, y de éstas la primera es el amor a Dios. La sociedad y el Estado tienen, pues, un fin sacral (cfr. Santo Tomás, “De regimine Principum”, I, 14-15).

Por cierto, es a la Iglesia a quien pertenecen los medios propios para promover la salvación de las almas. Pero la sociedad y el Estado tienen medios instrumentales para el mismo fin, es decir, medios que, movidos por un agente más alto, producen un efecto superior a sí mismos.

Plinio Corrêa de Oliveira

Revolución y Contra‒Revolución, Cap. VII (Bajar libro gratuito)

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01/09/2023 | Por | Categoría: Ideal de sociedad
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