Promesas del Cielo, rechazos de la tierra: La paradoja del hombre moderno

Durante la segunda aparición en Fátima, el 13 de junio de 1917, Nuestra Señora dijo:

«Sí, pronto llevaré allí a Jacinta y Francisco. Pero tú te quedarás aquí un poco más. Jesús quiere servirse de ti para hacerme conocida y amada. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quienes la abracen, les prometo la salvación; y estas almas serán amadas por Dios como flores colocadas por mí para adornar su trono» («Fátima – ¿Mensaje de tragedia o de esperanza?», Antonio A. Borelli, Ed. Luci sull’Est, Roma, 2000, página 38).

El Profesor Plinio Corrêa de Oliveira comentaba al respecto:

“Es asombroso lo que dice Nuestra Señora sobre la devoción a su Inmaculado Corazón. Ella promete formalmente el Cielo a todos los que la practican. No cabe duda, Ella es muy clara: a quienes abrazan la devoción a su Inmaculado Corazón, les promete la salvación.

Esta promesa fue hecha a Lucía, Jacinta y Francisco y, a través de ellos, a toda la humanidad. Y también sigue siendo válida para todos aquellos que la conocerán en los años futuros. Y es así dondequiera que se anuncie. Por ejemplo, es así incluso ahora, en el mismo momento en que hablo de ello.

Entonces, ¿a qué estamos esperando? ¡Hagámosla nuestra de inmediato! Esta es una promesa hecha por la propia Virgen. Es como si nos dijera: ‘Dense prisa y aprovechen’. Te amaré mucho más por eso. ¡Adelante!’.

Es como si Nuestra Señora estuviera tratando de idear nuevas formas de llevarnos al Cielo. Pero en el hombre moderno, un no sé qué de miserable, o algo así, lo vuelve refractario incluso a las promesas más entusiasmantes. Quizás prefiera depositar toda su confianza en una póliza de seguro de vida, antes que en una promesa como ésta.

Ahora, consideremos la maravillosa comparación propuesta por Nuestra Señora: Ella afirma que aquellas almas que abracen la devoción a su Inmaculado Corazón serán colocadas en un lugar cerca del trono de Dios en el cielo, así como una señora arregla flores en un altar cerca del Santísimo Sacramento.

¡Qué pensamiento tan magnífico el de imaginar nuestra alma colocada cerca del Señor como si fuera una flor! ¿Qué se podría considerar de más hermoso? ¿Y cómo puede la gente que sabe esto permanecer indiferente?»

(Extracto de una conferencia del 5 de junio de 1994).

Fuente: Newsletter Tradizione, Famiglia, Proprietá – 20 Septiembre 2024

 

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30/09/2024 | Por | Categoría: Decadencia Occidente, Formación Católica, Verdades Olvidadas
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