¡Cómo la Navidad ha perdido su autenticidad, convirtiéndose en una celebración dominada por el materialismo, y la presión de las compras! Proponemos redescubrir – a través de breves lecturas – el verdadero significado de la festividad y restaurar en nuestras almas el auténtico espíritu navideño.
Se aproximan las fiestas de Navidad, y en medio de la agitación y el materialismo, es fácil perder de vista su verdadero significado. Hoy en día, la celebración ha perdido su autenticidad, transformándose en una frenética carrera de compras impulsada por la necesidad de liquidar inventarios y aumentar ganancias. Este enfoque comercial incluso ha desnaturalizado el espíritu del regalo, que ha pasado de ser un acto desinteresado y afectivo a un intercambio calculado basado en intereses personales.
¿Y cómo deberían ser las cosas? Hay que volverse a lo esencial.
El Niños Dios nació. Siendo Infinito transpuso amorosamente el abismo que le separaba de universo creado para redimirnos. Ante esta realidad nuestras almas crispadas deberían distenderse. Nuestros egoísmos se desarmarse y la paz penetrar en nosotros y en torno de nosotros. Deberíamos sentir que en el prójimo algo también está ennoblecido y dulcificado. Así, florecerían los dones del alma: afecto, perdón. Y, como símbolo, el ofrecimiento delicado y desinteresado de algún regalo.
Cada fiesta del calendario litúrgico trae consigo una efusión de gracias peculiares. Quieran o no quieran los hombres, la gracia llama a las puertas del alma más dulce, más suave, más insistente, en estos días de Navidad. Se diría que, a pesar de todo, flota en el aire una luz, una paz, un aliento, que es difícil no percibir.
Y por esto debería existir algo discreto y familiarmente solemne en las fiestas de Navidad. Los hogares se tendrían que engalanar como para los días más importantes, cada uno vestiría sus mejores trajes, y la finura de todos tornaríase más requintada.
Comprendamos a la luz del Pesebre, la gloria y la bienaventuranza de ser, por la naturaleza y por la gracia, hermanos de Jesucristo.
Para contribuir a restaurar estos valores casi perdidos, queremos proponerles alguno de los artículos navideños que encontrarán al final de estas líneas.
Ellos enriquecen el alma y nos acercan a Dios, y son un pequeño tesoro de sabiduría y reflexión. Escritos con pasión y dedicados a quienes desean profundizar su fe y al mismo tiempo comprender los días que vivimos.
Y recuerden, que a veces una pequeña lectura puede hacer una gran diferencia, colocándonos en el verdadero contexto de la Navidad.
Para terminar, pedimos al Niño Dios y a la Santísima Virgen, aquella que es por excelencia «Vida, Dulzura y Esperanza nuestra», que concedan abundantes gracias y bendiciones a todos aquellos que constituyen la vasta Familia de almas de nuestros benefactores, amigos y simpatizantes, así como a todos sus seres queridos, en esta Navidad y a lo largo del Nuevo Año que vamos a comenzar.
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