La naturaleza es la mayor contaminadora. Durante varias décadas se ha ignorado el factor abrumador de la contaminación de la Naturaleza en favor de agendas políticas e ideológicas. Estas han pervertido la ciencia y sustituido las tácticas de miedo a la verdad, la cual beneficiaría tanto al medio ambiente como a la condición humana.

Europa y Chile enfrentan una grave crisis demográfica, caracterizada por la caída de la natalidad, el envejecimiento poblacional y el cambio de valores familiares. A través de datos alarmantes y las declaraciones del obispo Marian Eleganti, se ven las implicaciones sociales y económicas de estas tendencias. La situación plantea un desafío urgente para el futuro de nuestras sociedades.

En la guerra moderna, la lucha no solo se libra en el campo de batalla, sino también en las mentes de las personas. Tácticas psicológicas y estrategias de manipulación son ahora elementos clave en los conflictos, con el poder de desestabilizar no solo a los soldados, sino a toda una nación. En el caso de Ucrania, la guerra invisible, tejida de engaños y psicosis, está dejando una marca profunda en Europa y en el futuro de la región.

Decir que el mundo contemporáneo está en una crisis profunda es una verdad de perogrullo. Nuestro país sigue esos pasos y se busca afanosamente una solución pero sin levantar el problema central: nuestra sociedad es un cuerpo sin alma.

Sus causas son diversas, y sus efectos sobre la salud son devastadores. Las medidas para combatirla son necesarias, pero solo serán verdaderamente eficaces si se promueve un cambio profundo de mentalidad, basado en sólidos valores humanos y espirituales.

Mientras el Igualitarismo común se manifiesta sobre todo en el odio a las jerarquías, este igualitarismo actualizado va más lejos y se caracteriza además por su tendencia a la indiferenciación: entre padres e hijos; entre los sexos; entre las edades; entre profesores y alumnos, etc El igualitarismo genera nuevos monstruos Está surgiendo un nuevo tipo

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La creciente tendencia de usar pijama en público, desde las calles hasta los restaurantes y aeropuertos, va más allá de la moda. Este fenómeno, impulsado por grandes casas de diseño y celebridades, refleja una desconexión de las normas sociales tradicionales. ¿Es solo una nueva forma de expresión o una señal de un declive más profundo en los valores y la moralidad de nuestra sociedad?

Es una ilusión peligrosa pensar que un hombre o un sistema puedan sacarnos de un día a otro de la crisis en que estamos, y devolver a nuestro país su estabilidad y grandeza. La caída es muy profunda y viene desde muy lejos. No existe camino de salvación a no ser el de las virtudes morales y sociales.

La droga penetra al comienzo en los círculos sociales refinados y en los medios artísticos. En una segunda etapa, alcanza a los medios universitarios y estudiantiles. Por fin, y más o menos simultáneamente, alcanza a todos los otros ambientes, inclusive a los obreros

Lejos de la idea tan repetida de que la Edad Media fue un período de tinieblas intelectuales, en ella se concibió el arte como una enseñanza. Todo era enseñado por los vitrales de la iglesia o por las estatuas de los pórticos.