Una necesidad del alma de resaltar ciertos aspectos del universo que representan para la persona un amparo en la sensación que tiene de su carencia, de su aislamiento, de su cansancio, del efecto duro de la lucha cotidiana.
Es frecuente que fiestas señaladas, o en particulares días de celebración, haga aparición en nuestra mesa, algún vino o licor.
Siempre es un motivo para darle un toque especial a esa fecha especial.

Recuerdo que publicando en facebook un comentario del Dr. Plinio, sobre lo que representaría la degustación del vino dulce, un enólogo amigo – admirador del Dr. Plinio – comento algo así: «resulta, que nosotros nos pasamos la vida analizando el vino, y viene el Dr. Plinio y nos lanza un desafío superior…». Siendo gran conocedor, había quedado desconcertado con el comentario que veremos un poco más adelante.
A muchas personas les agrada de modo particular tomar vino dulce, ya sea sólo, o acompañando alguna especie de postre o comida.
Son frecuentemente los grandes vinos de Oporto o de Jerez, con sus diversas categorías y variedades, los que suelen ser más conocidos, aunque de hecho existen una infinitud de vinos regionales que son también considerablemente apreciados.
Incluso los niños, que no son particulares apreciadores de vino, por su falta de formación, suelen tener cierta atracción por el lado dulce.
Uno muchas veces puede preguntarse, qué es en ese tipo de vino alicorado, y habitualmente envejecido, aquello que nos atrae y de algún modo nos conforta y tonifica.
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Leyendo una conferencia de Plinio Corrêa de Oliveira, encontré unas observaciones muy útiles para conocernos mejor a nosotros mismos, y comprender el papel que tiene esa degustación, en concreto del vino dulce.
«…es indudable que la degustación del vino dulce representa la necesidad del alma de resaltar ciertos aspectos del universo que representan para ella un amparo en la sensación que tiene de su carencia, de su aislamiento, de su cansancio, del efecto duro de la lucha.
«… aquí se abre una clave propiamente, incluso de orden metafísico, que es el universo visto en su orden como socorredor del hombre, apoyo del hombre. En otras palabras, Dios visto por el hombre como apoyo y deseado este apoyo no sólo por el lado útil del apoyo, sino también por el lado metafísico del apoyo, que es el ser absoluto en cuanto queriendo ser, por así decirlo, nuestro complemento. y rompiendo una especie de caparazón de aislamiento, de incomprensión.
«… Es decir, cómo veríamos allí los atributos de Dios, porque aquí llegan exactamente los atributos que serían una clasificación de los atributos de Dios en cuanto remediando en el hombre la tristeza, la debilidad, las carencias, en primer lugar. En segundo lugar, atrayendo a Sí; en tercer lugar, dando fuerzas en la lucha.»
Comentario simple, lúcido y profundo.
Una vez leí en un literato francés, que los campesinos en Francia, bebían el vino envejecido «con respeto y recogimiento», porque eran cosas buenas y costosas de elaborar.
Respeto recogimiento al beber el vino, ¡qué bonito!
Se diría una pequeña acción de gracias.
Y es que, a su manera simple, ellos veían algo más elevado que la simple sensación gustativa.

De hecho es una realidad que las degustaciones pueden ser vistas en distintas profundidades y de modo más o menos trascendente. El propio Dr. Plinio decía en una ocasión que lo más importante al degustar un plato de comida, no es tanto el plato en sí, sino lo que está por detrás del plato. Es decir esas evocaciones o relacionamientos superiores a que dicha receta nos remite.