San Clemente María Hofbauer: «Seguir la corriente es cobardía»

«Seguir la corriente es cobardía. Quien quiera indicar el camino a nuestro tiempo, vaya a encender su haz de luz en la propia Revelación”

San Clemente María Ofbauer: Seguir la corriente es cobardía
San Clemente María Hofbauer

En el siglo XVIII los hombres que se consideraban «modernísimos» ya venían con la idea de que era necesario «ceder para no perder» ante la Revolución. Es la misma impiedad expresándose por las mismas formas y buscando acobardar de la misma manera…

Estudiaba Clemente en Viena, siguiendo el curso de Teología, pues pretendía ordenarse sacerdote,  mientras trabajaba como ayudante de panadero.

Pero pronto comprobó que algunos de sus profesores, no queriendo huir al racionalismo del siglo, buscaban una extraña conciliación entre la doctrina católica y el iluminismo. Clemente, desde muy joven, estaba dotado de un sentimiento muy seguro que le indicaba con precisión cuál es la verdadera doctrina católica. Así, al oír aquellas doctrinas falsas, se sentía dolorosamente constreñido.

Un día, terminada la clase, fue a manifestar al profesor ciertas dificultades. El maestro, admirado, explicó al estudiante que el siglo en el que vivían difícilmente seguiría una doctrina tradicional, pues sólo aceptaba el lenguaje de la pura razón, tanto en el púlpito como en la cátedra universitaria. Y concluyó:

  • «Tenemos que seguir la corriente, si no queremos quedarnos atrás».

Responde el pobre ayudante de panadero:

  • «Seguir la corriente es cobardía, pues es contra las corrientes que debemos luchar. La melodía equivocada no se vuelve menos desafinada por la simple razón de que la acompañamos en sordina. Quien quiera indicar el camino a nuestro tiempo, vaya a encender su haz de luz en la propia Revelación».

Dijo el profesor:

«Hofbauer, usted tendrá un día de predicar delante de bancos vacíos. Nuestro tiempo no soporta más ese lenguaje».

Respuesta:

  • «Entonces, ya llegó la época anunciada por San Pablo: vendrá un tiempo en que no han de soportar la sana doctrina. ¿Qué diría San Pablo de sus opiniones, señor profesor?»
Lugar de trabajo de San Clemente Hofbauer: Seguir la corriente es cobardía
Edificio en el que funcionaba la panadería en la que San Clemente Maria Hofbauer trabajó como auxiliar de panadero, en la ciudad de Znojmo, actualmente en la República Checa

En otra ocasión un profesor dijo en clase que la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María no pasaba de una piadosa leyenda. En el siglo XIX no debía mencionarse ante un auditorio. Clemente se levanta indignado:

  • «Señor profesor, esa doctrina no es la católica».

Y se retiró de la sala.

  • «Tal vez un día haya más luz dentro de esa cabeza de campesino», le gritó el maestro.

Pero fue obligado a interrumpir la clase, pues los estudiantes abandonaron la sala, siguiendo a Hofbauer.

Síntoma característico de la decadencia del espíritu católico: ceder, transigir, callar, acomodarse

Es interesante notar la identidad de los métodos de la Revolución. El siglo XVIII nos parece viejo: es el tiempo de la litera, de la falda de gran ruego, del sombrero de tres puntas… Todo se pierde en el mismo fondo histórico.

En este siglo los hombres se consideraban «modernísimos» y ya venían con la idea de que era necesario adoptar la táctica del «ceder para no perder» ante la Revolución. Es la misma impiedad expresándose por las mismas formas y buscando acobardar de la misma manera…

De ahí la amenaza: «Usted, cuando se formará, va a predicar a bancos vacíos». Es lo que nos dicen: «La doctrina de ustedes no es capaz de arrastrar a los hombres de hoy». Pero, en realidad, la situación no está tan comprometida como dicen. Está comprometida por causa de las (falsas) élites. Es un hecho que en la base está gravemente comprometida, pero mucho menos que en las (falsas) élites. Existiendo valentía, la gente termina siguiendo. Es cuestión de decir todo por entero. Este es el verdadero problema.

Es también interesante ver cómo la posición de San Clemente Hofbauer es la del contrarrevolucionario: él combate el «ceder para no perder»; no cede ante la amenaza de predicar para bancos vacíos. Y si esto tiene que suceder, su conclusión es que llegó el fin de los tiempos, lo que ‒evidentemente‒ su maestro modernista no quiso considerar. Una de las características del progresismo es que no hay fin de los tiempos pero, por el contrario, hay que aprovechar esta época para gozar la vida.

Pupitre que simboliza la lucha eterna entre el bien y el mal. Seguir la corriente es cobardía
Pormenor del «pupitre» utilizado para las conferencias en la Sala del Reino de María, en la Sede de la Rua Maranhão, decorada por el Prof. Plinio. El león a la izquierda está luchando contra una serpiente bicéfala simbolizando el orgullo y la sensualidad, los dos resortes propulsores de la Revolución. Y el de la derecha está enfrentando una serpiente con tres cabezas, en recuerdo de las tres Revoluciones. Al centro, la frase «Residuum revertetur – El resto volverá». El año 1571 evoca la victoria de la Cristiandad en Lepanto.

Ustedes ven cómo es verdadera aquella doctrina cuyo enunciado está esculpido en la «pupitre» de la sala del Reino de María: «el resto volverá». Es la continuidad de la misma batalla entre el buen espíritu y el mal espíritu a lo largo de los siglos. Por eso los contrarrevolucionarios no somos un grupo que apareció de repente, sino un eslabón en la más magnífica y majestuosa de las corrientes, o sea de los que son esclavos de Nuestra Señora, que pisan la cabeza de la serpiente.

Vemos esto en la identidad de los contrarrevolucionarios de hoy con San Clemente Hofbauer y todos sus antecesores, por un lado. Y, por otro, la identidad de los enemigos actuales de la Contra-Revolución con los enemigos de antaño. Todo indica, pues, que esa lucha no es de hoy, ni es una lucha solamente; es una lucha que fue de ayer y será de mañana, hasta el fin de los siglos.

Para comprender esta lucha en nuestros días: Revolución y Contra-Revolución (libro gratuito)

Se trata, pues, de una cadena de oro que comenzó en las más antiguas raíces del Antiguo Testamento y que irá hasta el último momento de aflicción, en que los últimos católicos estarán todavía vivos, temiendo que esté todo perdido, cuando venga el Hijo del Hombre, en gran pompa y majestad, para juzgar a los vivos y a los muertos y la Historia se cerrará.

Entonces, esa cadena estará completa y, con la gracia de Nuestra Señora, todos sus miembros se encontrarán en el Cielo.

Plinio Corrêa de Oliveira

Reunión comentando el Santo del día, 14 de marzo de 1966 (Sin revisión del autor)

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12/07/2024 | Por | Categoría: Formación Católica
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