
La tradición es la condición del verdadero progreso en todos los campos. Su abandono equivale a cortar las raíces de los pueblos y de cualquier desarrollo humano.
Alocución de Pablo VI a sus coterráneos de Brescia, el 26 de septiembre de 1970:
«Permitid que un conciudadano vuestro de ayer rinda homenaje a uno de los valores más preciosos de la vida humana y más descuidados en nuestro tiempo: la tradición.
“Es un patrimonio fecundo, es una herencia a ser conservada.
“Hoy las nuevas generaciones tienden completamente hacia el presente, o más bien hacia el futuro. Y está bien, siempre que esta tendencia no oscurezca la visión real y global de la vida; porque, para gozar del presente y preparar el futuro, el pasado nos puede ser útil y, en cierto sentido, indispensable.
¿Por qué defender la Tradición, la Familia y la Propiedad?
“El alejamiento revolucionario del pasado no siempre es una liberación, sino que con frecuencia significa cortarse sus propias raíces.

“Para progresar realmente y no decaer, es necesario que tengamos el sentido histórico de nuestra propia experiencia. Esto es verdad hasta en el campo de las cosas exteriores, técnico-científicas y políticas, donde el curso de las transformaciones es más rápido e impetuoso; y lo es más aún en el campo de las realidades humanas, y especialmente en el campo de la cultura; lo es en el de nuestra Religión, que es toda ella una tradición proveniente de Cristo».
Insegnamenti, vol. VIII,pp. 934-944.