La Iglesia y el marketing
07/07/2020 | Por Acción Familia
Famoso publicista analiza símbolos e instituciones católicas tradicionales desde el punto de vista del marketing
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La sangre derramada no solo nos habla de enfermedades, nos habla de la lucha y del crimen. Es imposible, por ejemplo, hablar de sangre derramada sin pensar en la sangre de Abel, vertida por Caín
San Juan Bautista increpó Herodes su pecado: “No te es lícito”. En este “No te es lícito”, reconocemos el timbre de voz de todos aquellos que delante del vicio no dudan en enfrentarlo y llamarlo por su nombre.
Junio Mes del Sagrado Corazón: Las promesas del Sagrado Corazón de Jesús a quienes comulgan los primeros viernes de mes, durante nueve meses seguidos
Fiesta de María Auxiliadora. El Papa Pío VII, hecho prisionero por Napoleón, confía su suerte y la de la Iglesia a María Santísima. Poco después, Napoleón pierde el trono.
Llegó el momento en que la vida de Nuestro Señor debía ser coronada por la Ascensión. Salió del Cenáculo con ciento veinte personas privilegiadas que estaban allí. Su madre estaba a su lado y los guiaba por las calles de Jerusalén. Los santos que había sacado del limbo los siguieron cantando con los Ángeles, nuevas canciones.
El crucifijo de san Agustín, llevado a la plaza la noche del terremoto en 1647, alcanzó más veneración y respeto, instituyéndose una solemne procesión hasta nuestros días.
Este gran apóstol supo alternadamente dialogar y polemizar, y en él el polemista no impedía la efusión de las dulzuras del Buen Pastor, ni la mansedumbre pastoral aguaba los santos rigores del polemista.
Dignas, tranquilas, distendidas, estas pequeñas parecen comunicar la alegría que les produce lucir esos lindos trajes, fruto de una cultura y de una tradición locales que, a un mismo tiempo, las expresa, identifica y enorgullece. Se diría que se sienten las más pequeñas de entre una gran familia, que viene de un pasado lejano y
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La Iglesia no es sólo una Madre cuando nos enseña la gran misión austera del sufrimiento. Ella también es Madre, cuando en los extremos del dolor y de la aniquilación, ella hace brillar ante nuestros ojos la luz de la esperanza cristiana, abriéndonos los horizontes serenos que la virtud de la confianza muestra a todos
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