Luis del Sagrado Corazón Montes Bezanilla.
1944-2024
(Este relato está pensado para las personas más allegadas a Don Luis, pero creo que será medianamente comprensible para otras muchas personas que nos conocen menos, y que desde fuera de nuestro ambiente, tanto nos han ayudado)
Antecedentes
Trabajé con él en equipo durante 35 años en que luchamos hombro a hombro, en las tareas de la TFP (Tradición, Familia y Propiedad) que nos fueron encomendadas en su día. Recorrimos Cantabria, Asturias, Guipúzcoa, Vizcaya, Burgos, Málaga y multitud de otros lugares en España y en el sur y centro de Francia. Después fueron 24 años en Chile, trabajando mano a mano.
No puedo decir que en todo ese tiempo haya tenido una real y efectiva desedificación de su parte. Por el contrario, su ejemplo siempre me alentó
Diré, que, nacido en una tradicional familia de agricultores chilenos, su madre – Doña Ester – que tuvo 6 hijos más – cuando todos eran pequeños, ofreció uno de ellos a Dios, sin saber a cuál Dios escogería.
Unos 50 años después la madre se lo contó a Luis, cuando se encontró con él en Londres. Y en efecto Luis no tuvo ningún hermano religioso o sacerdote. Por tanto el escogido por Dios, claramente fue él.
No entraré ahora en las luchas, campañas y trabajos hechos por él en la TFP, pues el objetivo de este relato es otro. Pero ciertamente fueron numerosos.
Hijo espiritual, y muy especialmente querido y allegado al Dr. Plinio, no tuvo casi amigos, como el propio Dr. Plinio en su vida. Le gustaba llamar a las cosas por su nombre sin rodeos ni ambages, y eso como decía el propio Dr. Plinio nao trae muchas amistades.
Pero no quiero alargar mucho el relato, y me centraré en lo que fue el fin de su vida: el broche de oro de una ardua existencia. Los 3 años de enfermedad y la edificante muerte de Luis del Sagrado Corazón.
Proceso de la enfermedad
Corrían los años 2020 cuando Don Luis en las innumerables, entretenidas y muy substanciosas conversas que teníamos – imaginen que llevábamos 10 años haciendo reuniones casi diariamente para estudiar, analizar y comentar artículos y conferencias del Dr. Plinio – me dijo que había estado dando vueltas al problema de ofrecer – o no – su vida en holocausto a Nuestra Señora por la situación de crisis que vive la Santa Iglesia y de la causa católica, y decía que en el momento no llegaba a concluir. Y me comentó que en una de esas decidió así: “Pues bien, si yo soy esclavo de Nuestra Señora, que Ella haga con mi salud lo que le plazca…”
No pasó mucho tempo cuando empezó a sentir ciertos cansancios físicos poco explicables y finalmente una tremenda anemia. Poco después le fue diagnosticado Mieloma Múltiple (cáncer de médula ósea), enfermedad altamente compleja e incurable.
Él estaba feliz pues pensaba que pronto dejaría este mundo revolucionario y vulgar y tendría la posibilidad de ir al Cielo. Pero no sospechaba que le aguardaba una ardua lucha de 3 años antes de partir.
Apenas diagnosticado recibió la extremaunción de un sacerdote amigo que le dijo: “ahora Usted comienza su militancia en el sufrimiento”. Don Luis quedo emocionado y encantado con tal desafío.
* * *
Una vez más, como lo veníamos haciendo durante 32 años, lo hicimos todo juntos: él sufrir y yo secundarlo en todo. Le acompañaba a las quimioterapias, le hacía los trámites, compraba los remedios, trataba con las aseguradoras de salud, iba a todas las consultas médicas con él, recaudé dinero entre familiares y amigos. En fin absolutamente lo acompañe y apoyé en todo.
Recuerdo que en los primeros días de tramites y compras, yendo a una farmacia en que nos conocían, una de las dependientas me preguntó como iba Don Luis. Yo le respondí que comenzaban las quimioterapias y la pelea era dura, etc. pero que lo llevábamos con Fé. Y ella me respondió: “¡A eso vinimos…!”. Recuerdo que eso nos encantó a Don Luis y a mí.
Fueron pasando los meses y Luis fue pasando por altos y bajos, siempre con una fatiga considerable y a veces extrema que iba y venía, pero que es una de las características primordiales del Mieloma Múltiple. Nunca se quejó de la enfermedad en sí, sino apenas de sus muy incómodos efectos. Nunca le pasó por la cabeza pedir la curación y a mí tampoco. Yo creo que él ni siquiera pedía la mitigación de los sufrimientos. Era fuerte y fue valiente hasta el fin.
Hay que mencionar las constantes e increíbles ayudas de todo tipo que fuimos recibiendo en esos 3 años. Empezando por los hermanos de Luis y algunos amigos en la TFP que dieron generosamente dinero a Don Luis para poder enfrentar unos gastos que a veces son muy elevados, y a la larga astronómicos. Pero no fue sólo eso, todo nos salía bien, los trámites, el pago de las deudas de salud, de remedios muy caros que yo llegué a tener que importar de la India, por cierto, con una facilidad pasmosa. La gente de nuestro barrio nos veía paseando todos los días a él y a mí juntos primero a pie, luego con bastón, finalmente en silla de ruedas más de un año – y muchos nos saludaban y animaban diciendo cosas como estas: “esto sí que es amistad”, “¡qué caballeros elegantes!”, “me gustaría tener un amigo así”, “Ustedes siempre impecables”, “¡que conversaciones interesantes!”, “se está ganado el Cielo”, y cosas similares. Se notaba que la gente tenía una cierta alegría de ver el pequeño espectáculo que representaba para ellos ver a dos personas de traje y corbata uno “herido de muerte” y el otro ayudándole.
Los paseos que dimos fueron muy numerosos y conversamos las cosas más interesantes que se puedan imaginar: el sentido de la vida, la vocación, historia de los pueblos, pensamientos y conferencias del Dr. Plinio, la crisis de la Iglesia, política internacional, temas espirituales, en fin, de todo. La gran amistad que teníamos nos lo permitía y facilitaba.
Nos gustaba ir a parques y plazas del barrio, donde veíamos a los niños jugar, los árboles, las plantas y pájaros. Nunca nos faltó entretenimiento en esas pequeñas cosas cotidianas. También a Luis le gustaba mucho ir a las fuentes de agua que hay algunas cerca, y nos sentábamos a ver el agua y a rezar y reflexionar o conversar, según el momento.
Hay que hacer mención a una innumerable cantidad de personas amigas que fueron apareciendo a lo largo de ese periodo, que nos fueron apoyando con sus oraciones y su preocupación, a veces incluso con ayuda efectiva como darnos transporte para ir a la Clínica, y mil cosas más.
La Clínica y el equipo de oncología que nos fue asignada por el Ministerio de Salud, es probablemente de lo mejor que hay en Chile. Sobre todo, el médico que nos trató y su equipo de enfermeras se ilustraron mostrando una pericia, tacto, amabilidad y eficacia fuera de lo común.
* * *
Todo nos iba yendo bien, menos el cáncer… pues a medida que fue avanzando la enfermedad, las quimioterapias fueron dejando de hacer el efecto deseado y hubo que cambiar de remedios en el tratamiento.
Fueron 3 años de mil complicaciones, vicisitudes e incertezas que fueron vencidas con la ayuda de Nuestra Señora, y hay que decir que todo nos salió bien.
Yo le decía mucho a Luis que era una de las cosas más bonitas que nos había pasado en la vida.
Fueron 3 años vividos en una amistad dentro de la TFP, y en conversa y colaboración constante y permanente. Con una no solo resignación, sino ánimo fuerte de parte de Don Luis.
Todas esas cosas nos hacían ver la mano inconfundible de Nuestra Señora y de nuestro Fundador el Dr. Plinio.
Yo a veces pedía a Nuestra Señora la mitigación de algunos sufrimientos de Luis y si era del agrado de Ella, la eventual extensión de los plazos para edificación y sustento de la TFP, pues no me cabía duda que Don Luis, era uno de nuestros ilustres primeros miembros, y a mi modo de ver rezumaba “TFPizidad” o institucionalidad por los poros. Y en ese sentido me parecía ser un sustentáculo de la TFP.
El final
Bien, en los últimos meses la decadencia de la enfermedad se agravó, pero seguimos como siempre con buen ánimo, dando la pelea contra el ineluctable fin. Animo fuerte, alegría, sobre todo fidelidad a sí mismo y a la vocación. El me hacía unas reprensiones maravillosas – y con toda razón, por cosas serias que yo hacía mal -, pero lo hacía de un modo muy atinado que yo creo que él perfeccionó en los últimos años. Se dice que amigo es aquel que me ayuda perfeccionarme, y Luis era un amigo de primera categoría. El a veces se disculpaba por las reprimendas y yo le agradecía y le recordaba que en la Sagrada Escritura está dicho “Reprende al justo y él te amará…”.
Para ir finalizando diré que el día 8 de Enero, el médico me dijo que era el fin, y que podríamos escoger entre la muerte en la Clínica y la muerte en la Sede. El dijo que iba a ser muy duro igualmente en un sitio o en el otro. Obviamente Don Luis decidió morir entre los muros benditos de la Sede de la TFP y rodeado de modo más cercano por los suyos.
En los últimos días yo le dije: “Don Luis: cuando yo fui confirmado y el Dr. Plinio era mi padrino, fuisteis vos quien en representación de él pusisteis, durante la ceremonia, vuestra mano en mi hombro como representante de él, para que yo entrara en la milicia terrestre de los soldados de Cristo. Ahora seré yo, quien en representación del Dr. Plinio, pongo la mano en vuestro hombro, cuando estáis a punto de entrar en la Milicia Celestial.
No le faltó nada a él, todo salió demasiado bien.
Tuvo grandes malestares, pero él era fuerte, y los momentos más duros, apenas fueron dos noches, en que ya casi sin lucidez alguna, se veía que sufría y penaba, con alucinaciones y nerviosismos propios de la proximidad de la muerte.
Lo asistimos totalmente, con el auxilio de una enfermera muy católica y de dedicados familiares.
Después de esas dos noches, entró en rápida agonía que duraría unas 2 o 3 horas e entregó su alma a Nuestra Señora por las manos del Dr. Plinio.
Eran las 12 horas del Domingo 14 de enero de 2024.
Fue velado en el salón noble de la Sede de la TFP donde él residía, y al día siguiente hubo Misa de cuerpo presente allí mismo, y fue conducido al Cementerio Católico de Santiago de Chile, donde reposan sus restos mortales, bajo la custodia de un Angel (es así que la bendición del sacerdote implora a Dios) hasta la resurrección de los muertos.
Mucho antes de morir y en muchas oportunidades en que conversábamos habíamos combinado, que seguiríamos trabajando junto y peleando hasta el fin, más allá del tiempo y de la vida terrena. Yo le decía que al igual que en el ejército, el primer soldado del binomio, impulsa al segundo para que alcance altura para superar el obstáculo, y una vez éste arriba, ayuda al que quedó atrás para superar el mismo obstáculo. Así que de algún modo misterioso seguiríamos trabajando juntos. El incluso me decía que vendría al barrio a “darme tirones de orejas” y yo le decía que me comprometía con todo mi empeño en rezar por él y pedir a infinitud de personas que rezaran por él para que entrara pronto en el Cielo, y si fuese posible por la puerta grande.
Lo más notable de todo, es que viendo retrospectivamente todo el largo y complejo proceso, y las facilidades que tuvo, se comprende inmediatamente, que fue un proceso hecho por Nuestra Señora, que facilitó lo imposible, reunió para ayudarnos a quienes quiso, a unos inspiró generosidad, dio fuerzas a quienes carecían de ellas, y ánimo a los pusilánimes. Y con eso quiso decirnos: “Mis obras son así, y las hago como Madre de Misericordia, a mi manera. ¡Confíen!”
Creo que, a este proceso de Don Luis del Sagrado Corazón, bien pueden aplicarse las reflexiones de un poeta alemán que decía: «Hay que aprender a morir; en eso consiste la vida: en preparar con tiempo la obra maestra de una muerte noble y digna, una muerte en la que el azar no tome parte, una muerte consumada, feliz y entusiasta, como sólo los santos supieron concebir…»
Bueno esto fue exactamente lo que hizo Luis… Umm!!! en fin, creo que me equivoco… Eso fue lo que Nuestra Señora quiso que Luis hiciera y le dio preciosas gracias para ello..
Ella Reina y Señora de todo lo creado quiso en esta oportunidad dar, por así decir, un concierto. Para ello escogió los instrumentos más dispares e imprevistos, que dirigidos maternalmente por Ella, posibilitaron una de las cosas más bonitas y maravillosas que se pueden ver en esta vida: La obra de Ella.
Unos de los primeros objetivos de este breve escrito es cumplir con los deseos de Luis de cara a los que le conocieron.
El me pidió de modo insistente, que una vez él fallecido, yo quedaba encargado de pedir muchas oraciones y sufragios por su alma para que fuese rápido al Cielo. El se encantaba muchas veces, y hacía suya la frase de St. Thomas Morus: “Dios no puede rechazar a alguien que tiene tantas ganas de verlo…”.
Bueno, a Ustedes pido en nombre de mi querido amigo y camarada Luis del Sagrado Corazón, que recen mucho por él.
Cuando él entre en el Cielo, creo que tendrán un muy poderoso intercesor.
Juan Barandiarán
Que bonito relato. Que suerte haber trabajado codo a codo con un hombre tan noble, fino inteligente y con tanta fé Un hombre de Dios.Un amigo lleno de virtudes. De cuántos sufrimientos se ha liberado de ver a un Chile y un mundo que se está desmoronando a pedazos. Ahora seguramente descansará en paz, rezo porque así sea.
Ilustrísimo señor Juan Barandiarán
¡Salve María!
Su artículo me conmueve hasta el fondo del alma. Una institución vale por la virtud de la amistad entre sus integrantes, por tener todos o por lo menos la gran mayoría la mirada puesta en la misión. Es en la misión que las almas se forman y vibran armónicamente en la gran sinfonía celestial, que no es otra cosa diferente a la unión entre el cielo y la tierra. Por el dogma de la comunión de los santos, todo lo que no pertenece al infierno canta la gloria de Dios, aquí en la tierra, en el purgatorio que ya es parte del cielo por la virtud de la esperanza y en los coros angélicos, donde todos seremos como ángeles, pues según San Agustín, al final no serán muchas compañías, sino una sola compañía ordenada por coros, que es la forma más perfecta de organización, tal como lo expone el Señor Doctor Plinio Corrêa de Oliveira, explicitando el Tratado de los Ángeles de Santo Tomas de Aquino, que él enseña y aplica como ser la forma más perfecta de organización social, tanto en el cielo como en la tierra de acuerdo con la oración del Padre Nuestro, de lo cual el orden social medieval es apenas una pálida silueta de lo que será la humanidad después del triunfo de Inmaculado Corazón de María prometido en las revelaciones de Fátima.
Dice Santo Tomas de Aquino, que la virtud de la amistad es dar a cada uno el respeto, reconocimiento y trato debido. Ciertamente siento en su artículo esa forma de relación que es aleccionadora para muchos, bien sean personas, familias e instituciones, lo cual hace honor a la divisa de su benemérita institución Acción Familia por un Chile autentico, cristiano y fuerte. “Por sus frutos los reconoceréis”, dice el Evangelio (Mateo 7, 15-20). Me alegra sobremanera que hablar del noble señor Luis Montes sea hablar de usted y que hablar de usted es hablar de don Luis Montes, y que hablar de los dos es hablar del Señor Doctor Plinio Corrêa de Oliveira. Falsa fidelidad a la misión es hablar de las virtudes de un miembro ocultado al otro, porque falta a la verdad. Herejía blanca es tratar de proteger de las tentaciones contra la humildad ocultando la realidad de la unión en la amistad.
En atención la última voluntad de don Luis Montes y que usted en su momento ya nos había comunicado de rezar por su alma, más que un pedido es un deber y así lo hemos hecho desde que conocimos la noticia, pues nuestra Fundación existe gracias a que hace doce años después de revisar cuidadosamente todas las opciones en el marco de las entidades inspiradas en la escuela de pensamiento del excelso profesor Plinio Corrêa de Oliveira, encontramos que Acción Familia Chile era la entidad que colmaba nuestra vocación y hacia posible y fácil cumplir la misión aquí en Colombia. Ciertamente bajo su sabia orientación la institución que usted dirige crecerá como Cedro del Líbano y sus ramas cubrirán muchísimos países.
Con especial afecto,
Álvaro Gallón Rodríguez
Presidente
Fundación Social Galeona de Cádiz
Gracias por la penosa información. Si mi mente no me engaña, coincidimos con Lucho en el Colegio de los Sagrados Corazones de la Alameda, si bien no estábamos en la misma sección recuerdo que sí en el mismo curso. Recuerdo de aquellos años (comienzos de los sesenta en humanidades) su bonhomía y la sonrisa fácil y siempre presente. No me cabe duda que Nuestro Señor ya lo acogió en su seno y espero hacer el mérito para encontrarnos en la etapa de la eternidad.